martes, 26 de agosto de 2008

Hoy, en el Bar de los Sargazos...

John Medeski (piano, teclados), Billy Martín (bajo, contrabajo) y Chris Wood (batería y percusión) conforman el trío Medeski, Martin & Wood (MM&W).

Luego de escucharlos, como poco, vas a preguntarte: ¿qué están tocando estos tipos?. Esta pregunta no es de las que tienen respuestas simples. En su música hay cabida para el Groove, el Funk, el Soul, el Rock y por supuesto el jazz.

Si sos un purista, no los escuches... o mejor, escuchálos sabiendo que no vas a escuchar una Big Band al estilo de Glenn Miller, ni Dixieland, ni siquiera al primer Miles, vas a escucharlos a todos, juntos, en una gran jam session.

La música de MM&W es ecléctica,por momentos muy experimental y en otros absolutamente “easy listening”. Probablemente sea esa la razón por la que se han convertido en la opción de muchos jóvenes que se acercan al jazz por primera vez.

Medeski, Martin & Wood, ofrecen todo un repaso a la historia del teclado en el jazz, desde el clásico formato de trío acústico hasta la actual corriente electrónica, pasando por el acid-jazz de los 60's, el jazz-rock de los 70's, o el experimentalismo europeo de los 80's y 90's. La fórmula instrumental de hip-hop funk de MM&W, es el producto de un trío que está continuamente en crecimiento y expansión de sus ideas musicales. En su música se mezclan los aires de Thelonious Monk, John Coltrane y Charles Mingus con lo más clásico de Grateful Dead en vivo, sostenidos en piezas del viejo jazz de 1930 y la música vanguardista de Chicago, Los Ángeles o Nueva York.

Los tres se iniciaron en la escena jazzística en los 80's, colaborando con artistas como John Lurie, John Zorn o Bob Moses. En 1991, subieron juntos al escenario para un concierto en Village Gate, en Nueva York, y tras esta experiencia los tres vieron como algo natural formar un grupo. En 1992 grabaron y editaron su álbum debut, Notes from the underground -para mi gusto,el mejor de su discografía - seguido, un año después, por It’s a jungle in here. En ese año firman contrato con Gramavision, sello en el que editan los álbumes Friday afternoon in the Universe y Shack-man, además del EP Bubblehouse. En 1997 llega el experimental Farmer’s reserve, la primera referencia de su sello Indirecto Records. Firman entonces con el mítico sello Blue Note, editando otra obra maestra: Combustication (1998), seguida del EP Combustication remix. En 1999, Gramavision recopila sus mejores temas en Last chance to dance trance (perhaps): best of (1991-1996), al tiempo que el trío sigue aumentando su discografía con Tonic (2000), grabado en vivo. Su siguiente álbum de estudio sería The dropper (también del 2000), le siguen Electric Tonic, otro disco en vivo, este editado por Indirecto Records, y los álbumes de estudio Uninvisible (2002) y End of the world party (just in case) (2004). Estos son los dos últimos discos editados en Blue Note, ya que el siguiente, Out louder, que llega a las bateas en Septiembre del 2006, y en el que colaboran con el guitarrista John Scofield, está editado por Indirecto Records/ Emarcy Records. No obstante, ese mismo año, EL sello estadounidense de jazz propone el recopilatorio Note bleu – the best of the Blue Note years 1998-2005, en edición simple (un sólo CD) y “deluxe”, que incluye un DVD con videoclips, documentales, actuaciones y fotos. En Enero del 2008 presentan su esperado álbum para niños, Let’s go everywhere. Su discografía la completa Zaebos, que salió a la venta en EEUU hace apenas una semana, el pasado 19 de Agosto.

Para los primerizos en escuchar a este más que interesante trío elegimos un tema conocido por todos: Hey Joe, de Jimi Hendrix, pasado por el siempre especial tamiz de MM&W con la colaboración del exquisito guitarrista Marc Ribot, en ocasión del Umbria Jazz Festival. Italia, 31 de Diciembre de 2001.




viernes, 15 de agosto de 2008

Interferencias

Todo estaba listo, junto a la consola y el pequeño atril de escritorio que se había fabricado para ubicar allí la pauta del programa asomaba la pila de apuntes, mensajes y extractos de noticias, clavados en un pinche y por orden de aparición tal como acostumbraba. El fué quitándolos uno por uno, deteniéndose ante cada uno de ellos como si hubiese hecho un descubrimiento formidable.
Esta última vez su pausa fué aún mayor. Miró alrededor como quien evita testigos y decidió que ese lugar estaba demasiado iluminado - necesitaba oscuridad, siempre fué algo fotofóbico - . Su mano cayó como un certero látigo sobre el interruptor. Interruptor... buen nombre para un personaje - pensó, hipertextualmente, en referencia a la novela que estaba empezando a bosquejar en sus cada vez más habituales noches de insomnio - , al tiempo que testeaba que todos los leds estuviesen encendidos.
De pronto, un resplandor rojizo lo inundó todo y el último compás de la hora pasada quedó flotando en el aire. Era su turno de aparecer - casi como un espectro - O... talvez como raro elixir, para saciar a esas sedientas almas, solitarias, torturadas almas para las que cada noche abandonaba su habitual silencio diurno.
- Cuestión de idiomas, contestaba parcamente a quienes lo interrogaban sobre su tan abismal transformación llegada la noche -
Cuestión de idiomas, de tiempos - se dijo - ; y pensando en el tiempo volvió a su propia esfera. Su turno...
¡Verborragia es el nombre del juego! - gritó -, mirando al micrófono como quien intenta capturar la expresión de sus eventuales perceptores.
Tiempo...
Vacío...
Sólo eso, todo eso...
Silencio...
Apenas audible, la lluvia de Riders on the storm, de los Doors, completaba la atmósfera. ¡Escúchenla! - gritó - Ahí está, rechina un poco...La máquina. Silenciosos y en fila india, los bultos se acercaban cada vez más a su indefectible final...
¡Consume!... ¡Consúmete! - gritó - .¡Vende!... ¡Véndete! - susurró -. ¡Destrúyela!... ¡Destrúyete!.
Ella, la máquina, impasible, incansable, rechinando, continuaba restañando las cadenas que poco a poco lo iban triturando... todo. Bultos, materia prima de la cotidana descomposición.
Sabor amargo. Nada o todo -quién sabe -. ¿Esta vez sería distinto?. El sabía perfectamente que la ilusión era tan solo una máscara de la realidad. La máquina seguía ahí. Y era enorme, tan grande como la imaginación de quienes, tozudamente, trataban de evitarla. Moebius de sangre y sueños, consumiéndose en el intento de hacer del arte una forma de palanca. Una forma de plegaria... Un pedido de auxilio.
Una carcajada estalló silenciosa tras el cristal y de pronto ahí estaba el guardián, uno de tantos inconscientes guardianes. Acechando, velando por el conveniente buen gusto y el bien decir...
Final sin beso... desapareció la luz roja y en su lugar brilló un helado tubo fluorescente. Por instinto miró de reojo los vúmetros. Habían caído a cero. El efecto de refracción convirtió - de su lado - en espejo al cristal de la pecera. Esta vez, del otro lado del espejo no estaban los dominios del Rey Amarillo sino una pequeña muchedumbre reconociendo sus facciones.Se asomaban al vidrio, amontonados, morbosos como la turbamulta que presenciara el suplicio del regicida Damiens aquel 2 de Marzo de 1757. Final sin beso - pensó -. La máquina había cobrado una nueva víctima... la turba podía ya volver a la cálida hipocresía que tanto disfrutaba. La negación es más fuerte que el olvido.
La historia se repetía una vez más, circular, patética como el parámetro del buen decir - que no era más que una máscara de la genuflexión ante el poder extorsivo de la Corona -; invención mononeurónica del inconsciente guardián, perro carroñero sin saberlo. Incapaz de enfrentarse al mínimo horror de matar para vivir.
Con paso lento y envuelto en un aire de ausencia, él abrió la puerta y mirándolos a los ojos sonrió con suficiencia y les ordenó: pueden sentarse, la cena está servida... disfruten de las sobras mordisqueadas que les ha arrojado su amo. El suyo. Y sin más, se retiró de aquel lugar con la certeza de que ésta sería la última vez. Sin poder evitar reírse a carcajadas caminó unos cuántos metros hasta su refugio, un viejo bar de esos que todavía conservan la costumbre de reservar las mesas de las ventanas para los habitantes de todas las noches. Una de esas mesas era suya, no por título de propiedad sino por respeto a la costumbre. Era una mesa especial, apenas separada del resto, pero lo suficiente como para crear una atmósfera de privacidad.
Entró al lugar como de costumbre, saludando a todos, deteniéndose ante cada mirada y cada gesto. Atendiendo cada comentario como si fuese el más importante secreto, sabiendo en su interior que cada palabra, cada imagen podía ser el disparador de una nueva historia. Al fin se acomodó en su silla y se dispuso a encarar el primer vodka con limón de la noche, que esta vez distaba mucho de ser el último. Dió un vistazo al interior del bar y sus ojos se clavaron en el fondo del vaso; luego de un corto trago volvió a mirar... y sonrió.Había descubierto algo, no sabía muy bien qué era pero había algo. Ahora su mirada se perdió en la ventana; el calor del interior había empañado los vidrios... ¡Qué conveniente! - pensó - y liberando el meñique izquierdo escribió en aquel efímero papel de vapor: Surveiller et punir. Y una vez más, sus ojos fueron a parar al fondo del vaso.




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Surveiller et punir (Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión) . Michel Foucault

sábado, 9 de agosto de 2008

Hoy, en el Bar de los Sargazos...

Una de esas bandas que te pueden gustar o no, pero nunca van a pasar desapercibidas:

SCREAMING HEADLESS TORSOS

Un poco de historia: En 1995, los neoyorkinos Screaming Headless Torsos editan su primer álbum, SCREAMING HEADLESS TORSOS presentando un potente blend de funk, jazz y rock. Pero lo que parecía una nueva vuelta de tuerca al denominado 'crossover' no acabó de tener continuidad, al optar su líder, el guitarrista, Dave 'Fuze' Fiuczynski por la experimentación en una línea más emparentada con el free-jazz que con la pureza estilística del funk. De todos modos, un disco potente por donde se lo escuche, y a mi juicio el mejor de los dos trabajos de estudio que editó la banda en forma oficial.

Screaming Headless Torsos 1995-2005 es el título de la última entrega de la banda de Fuze Fiuczynski (guitarra), compuesta además por:

Dean Bowman (voz)

Fima Ephron (bajo).

Gene Lake (batería)

Daniel Sadownick (percusión)

Durante los diez años transcurridos entre ambos discos, sólo un DVD doble en VIVO y la reedición con algunos bonus tracks de su primer álbum fueron toda la producción comercial de la banda, que lejos de quedarse quieta emprendió una larguísima gira que la trajo en dos oportunidades a la Argentina.

Si hacen un click en el fotomontaje que ilustra este post, van a ver que les dejé las tapas de sus dos discos de estudio, las del DVD donde está grabado el show de Knitting Factory, la formación de la banda en sus dos discos y los temas más conocidos de los Torsos.

Cabe destacar que aquí se hace referencia exclusiva al trabajo de Fuze con los SHT, ya que Fiuczynski es un tipo singular - por decirlo de algún modo -, de mente abierta y estudioso de las posibilidades estilísticas y sonoras de la guitarra, que no ha parado de hacer cosas más que interesantes, ya sea como KIF (autodefinidos como eastern - exotica - western - extatica), como con Black Cherry Acid Lab (punk-funk-rap), Lunar Crush -junto a John Medeski-, Jazz Punk (donde se mete en la deconstrucción de standars de jazz) o simplemente como Headless Torsos, continuación instrumental-experimental de los Screaming Headless Torsos, que en su segundo trabajo juguetean algo más con esa delgada frontera entre el Funk, el Soul y el Latin Jazz (Santana, Rare Earth) que con las intrincadas progresiones de acordes del primer disco. Aunque no por ello se han dejado de lado los riffs poderosos y la increíble amplitud del registro vocal de un Dean Bowman cada vez más afirmado como frontman de la banda.

A los que no conocen a los Torsos, espero que no se hayan aburrido - y en todo caso haber aportado algo - con este repasito de su historia y discografía; y a los que sí lo hacen, disfruten de este funkazo... Hope.


SCREAMING HEADLESS TORSOS

Hope (LIVE At Knitting Factory, NYC,1996)




Nota: revisen la barra de videos de youtube una vez terminado Hope, que van a encontrar buena parte del concierto y algunas sorpresitas más.


miércoles, 6 de agosto de 2008

Usted no me lo va a creer...

Entre los no pocos demonios que me atormentan se cuenta uno que, además de particular y francamente infrecuente - o al menos, si frecuente, decididamente inconfesable para el resto de mis congéneres – configura una de las grandes razones por las cuales me he vuelto persona no grata en los más granados círculos de cultores de la ópera y en el “sueño del pibe” - profesionalmente hablando, claro está - de buena parte de la comunidad psicoanalítica que pulula por estas pampas freudianas.

Me dan mucho cagazo las gordas.

Ya está, te lo dije. Pero no un miedito cualquiera, ni aprehensión, ni cosita. No, señoras y señores. CA - GA - ZO. Miedo pánico, de ese que te tatúa un rictus de horror en el rostro.

Si, ya sé, vos también me vas a venir con la cantinela de la discriminación, que soy un infelíz superficial, una víctima más del sistema capitalista, que estoy entongado con Jorge Hané, que estoy buscando el auspicio del Dieta Club... No, nada de eso. Me dan miedo, no me preguntes por qué.

Cuando se me ocurrió, hace como cinco años, consultar a un facultativo que pueda enfrentarse con éxito a los demonios que me atormentan y le conté lo que me pasaba obtuve como primer respuesta una sonora carcajada y una serie de indagatorias sobre mi infancia y despertar sexual que sería largo y tedioso de reproducir en este momento.

Miedo, mucho miedo me dan... y mirá que las esquivo, pero no hay caso, más temprano que tarde siempre aparece uno de estos ballenatos y me asfixia bajo un manto de horror contra las paredes de colectivos, trenes o subtes y me taro, me falta el aire, siento que me voy por la rejilla y no hay rivotril que valga. Ahí sí que con gusto me agarraría a trompadas con el turro de Botero...Pero no es culpa de Fernando.

Una vez creí hallar el antídoto perfecto, y de hecho funcionó hasta hace pocos días. Aquella fría mañana de 2004 había tomado, como era habitual en esa época, el 136 a Primera Junta de las cuatro y media de la matina desde la parada de la plaza del Paraíso de los Canes, como llamamos los locales de mi amistad y conocimiento al Pueblo del Arbol - lugar donde resido más por ensañamiento de los dioses con mi persona que por cualquier otra razón atendible -, Venía – te decía, bah... iba - muy tranquilo mirando los mil destellos que nacían en la furibunda helada que estaba cayendo en los pastizales a la vera de la ruta al ser iluminados por el habitual tránsito de bondis, remises truchos y camiones de hacienda que la pueblan a esas horas, cuando la noche comienza a bostezar y se prepara para irse a apoliyar hasta que le toque tomar el turno de laburo nuevamente... En eso estaba cuando de pronto una sombra enorme apagó las luces del bondi, que empezó a rezongar como si estuviera trepando el Aconcagua con las ruedas desinfladas; La sombra se fue agrandando cada vez más a mi alrededor al tiempo que el aire se hacía espeso, caluroso y con un pertinaz olor a ... no che, ¡no seas jodido, lector!, ¿cómo se te ocurre imaginar que olía a azufre?. No, olía a Pasión Gitana de Avon. Yo me cueteo acá, fue lo primero que pensé, pero justo ese día no había tomado el bondi ninguno de los pibes del barrio que salen a laburar de caño para mangarles la herramienta, y bien se sabe que encontrar un rati en el 136 es mas difícil que volcar un 3CV, así que desistí de mis suicidal tendencies, entre paréntesis cómo sonaba esa banda, y busqué, luego de dedicar grotescos improperios a los dioses en lunfardo – porque no sé si saben que los dioses hablan en lunfardo –, algún entretenimiento que distrajera mi mente de la sensación opresiva que había tomado por asalto mi pecho...

No doctor, no fue un bobazo lo que me dió, es que la gorda se despatarró en el asiento y me estampó contra el vidrio, a los 46 segundos exactos se durmió, tres minutos después roncaba como una desgranadora de maíz y con cada lomo de burro emitía un gemidito – si, de esos gemiditos – y caía violando ya no solo el espacio aéreo de mi asiento sino también tomando cabeceras de playa en el mismo y yo cada vez más finito y asustado y transpirando y oliendo a ese apestoso Pasión Gitana y cada vez subía más gente y afuera hacía mucho frío y nadie abría la ventana y yo estaba justo en esos asientos que quedan al medio de dos ventanas y no podía respirar y una sensación de enorme angustia se había llevado todos los signos de puntuación de mi lenguaje y me agitaba de solo pensar las palabras que mis pulmones apretujados no podían alimentar del aire necesario para ser emitidas y me desmayé.

No sé cuanto tiempo habrá pasado, pero me desperté y la gorda ahí estaba, sudorosa, babeada de dormir roncando, pero erguida, sin hacer contacto y oliendo a Pasión Gitana como siempre. Pensé en desperezarme y noquearla como Schwarzenegger en esa película donde transportaba un preso y hacía esto mismo, pero al toque me dí cuenta que por más que sé que tengo la mano pesada, para noquear a este mastodonte iba a necesitar una de esas mazas que usan los matarifes, así que también desistí de esta fantasía hollywoodense y decidí solazarme en la fría belleza de las matemáticas, ahí nomás me puse a calcular en mi libretita de apuntes para un cuento las magnitudes del cráter que produciría la gordita si la arrojaba en caída libre desde diferentes alturas en un terreno que posea un índice de resistencia al punzonamiento de 0.8 kN, ponele. Así se me pasó el viaje y cuando la gorda bajó en la curva esa de Liniers donde están todos los negocios mayoristas de chucherías para buscavidas sentí cómo me volvía el alma al cuerpo, junto con la sangre que hacía rato había dejado de alimentar mis extremidades inferiores, un poco por el chiflete que venía de los burletes carcomidos de la puerta del medio del bondi y mucho más por el efecto estrangulante del peso de la vaquillona que a pesar de lo que estipula el Hütte insistía en vulnerar las leyes de la física de los sólidos.

El método funcionó como un relojito hasta anteayer, y si tenés un rato preparo unos amargos y te cuento lo que pasó...

¿¡Cómo!?. ¿Ya son las siete de la mañana?... Disculpáme, por hoy lo dejamos acá, me tengo que ir a trabajar, la próxima vez que nos veamos te cuento lo que pasó anteayer.

Chau, después nos vemos.

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POSTDICCION: LEE Y SERAS CAPAZ DE VIAJAR EN EL TIEMPO...

Los hechos y circunstancias aquí descriptos pueden o no ser veraces. Para saberlo deberás leer más allá de lo evidente... Y de eso se trata este juego, de estimular el hábito de la lectura de un modo ameno y, en la medida de lo posible, provocándote una sonrisa cada vez que descubras el sentido oculto de estos aparentes delirios...

"No sé qué opina el mundo de mí; pero yo me siento como un niño que juega en la orilla del mar, y se divierte descubriendo de vez en cuando un guijarro más liso o una caracola más bella de lo corriente, mientras el gran océano de la verdad se extiende ante mí, todo él por descubrir."
( Isaac Newton,1727).

Bienvenidos al charco.
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ESTE LIBRO NO PUEDE DEJAR DE FALTAR EN TU BIBLIOTECA

... La vida es un segmento de recta, si tuviera sentido sería un vector. (Reivaj Idras. Post mortem, nihil est; Ed. J.Pastorius,Nicea.1632)
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NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS

NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS